El experto español en derecho ambiental y docente de la Maestría en Derecho Público de la UDEP es un convencido que la fiscalización a las grandes empresas es muy necesaria.
Por Cesar Flores Córdova. 06 abril, 2015.El doctor Iñigo Sanz, experto en derecho ambiental de la Universidad de Valladolid (España) y docente de la Maestría en Derecho Público de la Universidad de Piura, es un convencido que a pesar que a las grandes empresas no les sea de mucho agrado la fiscalización ambiental con sus consecuentes multas, esa tarea debe mantenerse. En la siguiente entrevista analiza la labor del Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) y las repercusiones en los futuros inversionistas.
¿Cuándo se puede hablar de una correcta fiscalización en temas ambientales?
Un funcionamiento en que fundamentalmente se previene la contaminación. Lo normal es que una entidad supervisora de control insista mucho en los controles previos, de tal manera que si eso lo sigue adecuadamente, la corrección se reduzca a los inevitables accidentes que pueden existir en algún momento, creo que lo importante es prevenir.
¿Qué evaluación merece la OEFA en su función fiscalizadora?
La fiscalización es una función imprescindible. Es cierto que puede existir un cierto riesgo de deslocalización de empresas por una mayor exigencia ambiental, sin embargo, si la exigencia es razonable se podrá asegurar un marco claro de inversiones y añadir delimitaciones ambientales para las empresas que quieran explotar recursos en el Perú. En ese sentido, la actuación potencial de estos organismos es imprescindible pero debe realizarse de manera ordenada.
Hay un órgano fiscalizador, se aplican multas pero, ¿en qué se falla?
De poco sirve que el control de la OEFA sea bueno si a nivel de las municipalidades el control de la minería artesanal e informal no se esté llevando a cabo. En ese sentido, es necesario alcanzar un marco seguro que le permita a las empresas inversoras saber a qué atenerse y que el estado pueda obtener buenos ingresos, fuentes de trabajo, con el mínimo perjuicio posible para el medio ambiente.
Las grandes empresas califican de “exorbitantes” las multas de la OEFA. ¿Esto afecta su imagen?
Es lógico que pasar de una situación de nula exigencia o permisividad por actuaciones dañinas al ambiente a aplicar una ley de forma estricta, genera que las estructuras rechinen. Pienso que es una situación normal y se mantendrá durante unos años hasta que las grandes empresas asuman que va a haber un rigor y medidas claras. Por otro lado, también se podría haber hecho de forma más paulatina. Llegar de la nada al todo generan temores, pero igual es inevitable.
Esta situación espantará a las inversiones…
Hay un riesgo, pero hay que verlo de forma distinta. Creo que el estado debe ser consciente que las inversiones que perderá son las más contaminantes. Por otro lado, junto con ese temor, el estado debe llegar a acuerdos para poner las bases de lo que no es admisible en una inversión con riesgo ambiental. Insisto, creo que esto es positivo, porque las empresas quieren tener el panorama claro pues la seguridad jurídica es mucho más importante.
¿Es reversible ese panorama sombrío?
Habrá una temporada en la que haya ciertas dudas con respecto a las inversiones, pero si los empresarios aprecian que la voluntad del estado es facilitar y establecer unas mínimas salvaguardas ambientales, se volverá a recuperar las inversiones. En ese sentido, no me atemoriza la perdida de inversiones porque la perspectiva que se tiene de Perú, desde los países europeos, es que es un país estable, con instituciones serias, mucho más que hace varios decenios.
El debate se centra en la minería. ¿Qué pasa con el tema forestal o el agua?
Estos temas me preocupan más que el minero. El agua y lo forestal me parecen temas muchos más graves porque ha faltado esa sensibilidad que se ha tenido para la minería. Con respecto a la deforestación hay problemas graves porque reforestar este país adecuadamente va a costar mucho en tiempo y en dinero. Por otro lado, la contaminación de las aguas no va sola nunca, porque contamina los suelos y afecta a la vegetación. Hay que dedicar más esfuerzo, la dedicación de OEFA en minería debe plasmarse en los problemas del agua.
¿Qué se debe priorizar: la seguridad energética o la alimentaria?
No se puede plantear esto como una opción. Ambas cuestiones son problemas que debemos plantearnos a largo plazo. En el corto plazo se deben tomar otra serie de medidas de protección ambiental. No es buena la cultura del miedo, el plantearnos riesgos muy lejanos en el tiempo cuando todavía hay una gran capacidad de crecer. A largo plazo hay que asegurar estos dos planteamientos. No hay prisa, ambas opciones no se pueden oponer pero si es bueno empezar a planificar.